Teoría 1: t=Wc/EtLa primera respuesta que me viene a la mente es que este exceso de curro viene motivado porque los
ingenieros no somos más listos que el resto de los mortales (generalmente es al contrario de la que la gente piensa). No somos más listos, pero sin embargo, el trabajo que tenemos que hacer es más complicado que la media.
Podemos basar la anterior teoría en una sencilla fórmula en la que el tiempo dedicado a una tarea es una relación entre la dificultad intrínseca de ésta y la capacidad del individuo que la desempeña: t = Wc/Et. Dónde t: tiempo, Wc: Work chunguez (dificultad del trabajo) y Et: Espabilado que sea el Tío.
Investigando un poco por ahí es fácil demostrar que la fórmula es cierta, pero lo que no es cierto es que nuestro trabajo sea más chungo que el resto. Hacemos que parezca difícil, usando miles de siglas y términos anglosajones, pero en el fondo no deja de ser una gilipollez.
Teoría 2: CostumbrismoEsto nos lleva a la segunda teoría. Ésta se basa en Costumbrismo (que nada tiene que ver con Juan de Zabaleta).
Si nos fijamos en la trayectoria de lo que acaba siendo un ingeniero podemos remarcar unos puntos clave:
Ciencias o letras?
Ya todo comienza en el instituto cuando has de elegir entre dos grandes opciones.
Letras.
Asignaturas sencillotas, en las que aprendes cosas interesantes como historia, política, literatura, arte, cultura, clases repletas de chicas... misteriosamente las más guapas solían estar en letras, compañeros abiertos, un ambiente distendido y agradable, donde apetecía ir a clase... y si no ibas, lo más probable es que te encontrases con el profe charlando con los alumnos en la cafetería. Profesores amables que ven sus vidas colmadas por el simple hecho de trasmitir su pasión y conocimientos a los alumnos. Cursos repletos de excursiones a museos, teatros y cines. Si prestabas atención y entrenabas el arte de las chuletas era fácil aprobar, ya que los exámenes solían ser una "puesta en común" entre los alumnos de los pasillos colindantes (a sabiendas del profesor, que se hacía el sueco, porque él hizo exactamente lo mismo cuando era joven).
Ciencias.
Todos sabemos que las clases de mates, física, dibujo técnico, informática... estaban repletas de estudiantes amarillentos, asiduos a la supernitendo, al pan con nocilla, a llevar múltiples bolígrafos en el bolsillo de la camisa, a jugar mal al fútbol (o jugar de portero), a no fumar en los baños, a las espinillas perennes, a "no me como una rosca.com", a "mi madre no me deja llegar más tarde de las 8". Los alumnos generalmente se hablaban lo imprescindible entre ellos. Estudiaban asignaturas impartidas por profesores de universidad fracasados, que nunca llegaron a doctorarse ni a obtener una cátedra, como tampoco eran capaces de trabajar en una empresa. La materia impartida era oscura, gris, complicada y mal explicada. Los exámenes parciales, eran frecuentes y generalmente compuestos de ejercicios sacados de alguna asignatura de 3er curso de exactas. En un examen era inútil intentar copiar o usar una chuleta, si el examinador, vigilante como un perro de presa, no se percataba, eran los mismos "compañeros" los que delataban al infractor.
No es difícil imaginarse cómo continúan las vidas de cada uno de estos estudiantes en la universidad y en el consiguiente mundo laboral.
Los que eligieron letras, prosiguen con sus estudios en una preciosa facultad de derecho, empresariales, turismo, psicología o idiomas. El campus rodeado de cesped, siempre soleado, muchachas hermosas que van a clase sujetando la carpeta entre los brazos, bien vestidas, peinadas y maquilladas. Todos los alumnos salen de fiesta junto con sus profesores: jueves, viernes y sábados. Todos broceados desde el mes de marzo. Las cafeterías siempre repletas, las fotocopias de apuntes subrayados en múltiples colores circulan sin cesar. Y así van aprobando, entre junio y septiembre, con un ritmo pausado y hawaiano. Todos felices, relajados, amables y contentos.
Por otra parte están
los que acaban en ingeniería. Facultades sombrías, repletas de ladrillo y cemento. Con múltiples laboratorios subterráneos a los que nunca llega la luz del sol. Máquinas de café y donuts en lugar de cafeterías con camareras y sombrillas. Clases con 99% de estudiantes varones, multitud de camisetas de propaganda, Microsoft Sucks, pingüinos, Linux Rulez y el acné perenne que no desaparece. Modelos Estocásticos de Investigación Operativa, Análisis Matemática, Transformadas de Fourier, Ingeniería del Software, Modelos Abstractos de Cálculo... Largas noches y fines de semana sin dormir para acabar prácticas imposibles, exámenes de 6 horas, fases de selección, asignaturas con temarios zurcidos en las fraguas del mismísimo infierno. Compañeros de clase sombríos, apáticos, asociales, adictos al chat y a programar en sus ratos libres. 6 largos años de agonía y sufrimiento trascurren con la esperanza de "cuando acabe la universidad, con lo que me están jodiendo, fijo que voy a ganar una pasta".
Welcome to the real life
Una vez aterrizados en el mundo laboral, se hace justicia y cada uno tiene lo que se merece. Como suele decirse "se recoge lo que se ha sembrado".
Y es por eso, que los de letras acaban trabajando en un entorno montado por compañeros de promociones anteriores. Los que ahora son sus jefes, también han sido de "letras" y por lo tanto aplican sus costumbres y su estilo de vida al mundo laboral. El ritmo pausado, los cafeses y los "pitis", mucha chica mona, las horas extras no existen y todos a casa a las 6, que las cervecerías y los gimnasios abren a las 19h.
Los triunfadores de ciencias, ingenuos ellos, acaban en empresas regladas por otros ingenieros que no conocen otra cosa que el partirse la chepa currando sin sentido. Donde trabajar hasta las 11 y los fines de semana, es lo normal. Donde "es que no sé qué hacer cuando llego a casa a las 8 de la tarde", donde tus amigos no llegan más allá de donde llega tu trabajo, donde tu mujer y tus hijos a penas te conocen. Al fin y al cabo es el camino que hemos escogido desde un principio y del que no hemos sabido salir, es la única manera que conocemos de hacer las cosa. Siempre anhelando recoger el fruto en el futuro, porque claro, todos seremos como Bill Gates...
...sobretodo de guapos.